La ética periodística: un valor fundamental

En cosa de semanas hemos escuchado hablar de Julian Assange, Edward Snowden y Peniley Ramírez, todos ellos relacionados con escándalos por filtración de información de carácter gubernamental. Si bien, Assange y Snowden no son periodistas, la información que hicieron pública fue replicada por los medios a nivel internacional, de tal suerte que su papel fue similar al de una “agencia de noticias”.

Tras las filtraciones, sin embargo, tanto Peniley como Julian y Edward han sufrido ataques y represalias por parte de sus gobiernos, colocándolos en medio de un fuego cruzado de argumentos que, por un lado, defienden las filtraciones como el derecho de la sociedad a saber lo que sus gobiernos hacen, mientras que, por otro lado, son criticados por dar a conocer información que no debía hacerse pública, cuestionando así su ética profesional.

De una manera general, se puede definir a la ética como un conjunto de normas y costumbres que dirigen el comportamiento humano en una comunidad. Llevando esto a una actividad específica, como el periodismo, se puede decir que la ética es una guía de actos humanos e informativos que busca llevar al periodista a ser un profesional excelente en su área. Se puede definir, además, como Ética, si involucra todos los aspectos personales, y Deontología si se refiere específicamente a los actos profesionales.

El profesor John Merril la definió como la rama de la filosofía que ayuda a los periodistas a determinar lo que es correcto hacer en el periodismo, aunque esto es un tanto ambiguo, ya que puede quedar a consideración de la propia persona de acuerdo con su formación, costumbres, intereses personales, etc.; por lo tanto, se requiere de un conjunto definido de normas objetivas para quienes ejercen la profesión.

El primer documento en esta materia del que se tiene registro es el credo de Benjamin Harris en 1690, en el que se manifiestan conceptos de verdad, objetividad y exactitud como cualidades esenciales de la noticia informativa, condenando los falsos rumores y estableciendo el derecho a rectificar eventuales errores en la información. Su idea y criterios siguen vigentes hasta nuestros días.

En una época en la que la información está al alcance de cualquier persona, y la divulgación de la misma queda a criterio de quien posea los datos, vale le pena cuestionar si los periodistas deben, o no, publicar todo lo que saben. Algunos criterios a tomar en cuenta antes de difundir cierta información son:

  • ¿Estoy seguro/a de que esta información es verídica?
  • ¿Alguien saldría perjudicado en su integridad o su vida si esta información sale a la luz?
  • ¿Cuáles pueden ser los daños colaterales de divulgar esta información? (despidos masivos, quiebra de una empresa, persecución social, linchamientos, asesinatos…)
  • ¿Esta información es útil para la sociedad, o algún sector de ella?
  • ¿Vale la pena poner mi vida en riesgo por divulgar esta información?

Filtrar datos sin antes hacer un serio cuestionamiento de las implicaciones, más que un logro periodístico puede ser un grave error que ponga en riesgo la vida del periodista y/o la fuente que liberó la información.

Por ello, hoy más que nunca, es importante inculcar en los futuros profesionales de la comunicación y el periodismo los valores fundamentales para el ejercicio de su profesión, para que se conviertan en profesionales conscientes y capaces de analizar y evaluar críticamente la información, conocer las formas adecuadas de dar los mensajes y determinar los medios a través de los cuales se deben difundir, de una manera responsable y difundida con veracidad, claridad, brevedad y sencillez en el lenguaje.

De acuerdo con el periodista colombiano Javier Darío Restrepo, de aquí surgen los principios éticos del periodismo en el que se tiene el compromiso profesional de buscar y difundir la verdad de los hechos y nunca mentir, ya que los lectores tienen derecho de recibir información exacta, veraz, imparcial, a tiempo y lo más completa posible de los acontecimientos del mundo. Cuando se cumple con este compromiso profesional, tanto los periodistas como los medios de comunicación son retribuidos por los lectores con el más grande galardón que se puede recibir en este medio, que es la credibilidad.

Un periodista debe tener total libertad para ejercer su trabajo, actuando de manera responsable y de acuerdo a los lineamientos del medio para el que trabaja. Y aquí entran en juego cuatro valores éticos:

  1. La verdad y veracidad de la información
  2. La libertad para darla a conocer a la sociedad
  3. La dignidad de las personas involucradas
  4. La responsabilidad que combina el respeto a la valoración de las circunstancias y consecuencias

Derivado de estas normas y valores es que los profesionales del periodismo deben estar atentos de hasta dónde son válidas para su trabajo diversas acciones, como aceptar invitaciones de empresas que presentan nuevos productos buscando una opinión favorable de ellos, utilizar una cámara escondida para sus investigaciones o incluso si callar la verdad sobre algo por las consecuencias que puede haber de darse a conocer.

Julian Assange difundió en su plataforma Wikileaks información que puso en jaque operaciones que el gobierno de EE.UU. no quería dar a conocer por cuestiones de seguridad nacional. ¿Hasta dónde, aun sabiendo que se trata de sucesos verídicos, puede tener derecho una persona en dar a conocer información confidencial de los gobiernos no solo por las consecuencias legales sobre su persona sino por la opinión que puede tener la sociedad sobre esta información que se le ha ocultado y la manera en que esta afecte al gobierno del país? Assange es perseguido por la justicia norteamericana, mientras que el gobierno de la Ciudad de México reconoció su “contribución a la transparencia” otorgándole la llave de la ciudad a sus familiares.

Contradictoriamente, el gobierno federal se ha pronunciado en contra de la divulgación de información sensible en el caso de la periodista mexicana Peniley Ramírez, quien dio a conocer su investigación del caso de los estudiantes normalistas desaparecidos en Ayotzinapa, en la que muestra que las fuerzas armadas del país estuvieron involucradas en el secuestro y asesinato de los jóvenes, lo que molestó al gobierno actual justo cuando quiere darle mayor poder a las organizaciones castrenses del país, por lo que ha condenado su investigación y el haber hecho pública la información.

La posición del gobierno es absolutamente contradictoria al defender al primero y perseguir a la segunda básicamente por hacer lo mismo: dar a conocer información que un gobierno no quiere que sea pública por alguna razón, buena o mala, pero que pone en conflicto la ética de una persona con respecto a dar a conocer una información por las consecuencias hacia su persona, aun cuando cumpla con la veracidad y haciendo uso de su libertad para darla a conocer.

Ejemplos puede haber muchos, pero lo importante es cómo un periodista debe afrontar este tipo de conflictos, simples o severos, sobre la información que da a conocer al público, sobre todo cuando se cumple con difundir la verdad de manera objetiva y exacta de acuerdo con la investigación realizada, pero genera un conflicto personal con el medio, gobierno u otro tipo de organizaciones que pueden no querer que salga a la luz determinada información sobre su desempeño y actividades.